RESUMEN
En el rancho «San Joaquín» ubicado en el pueblo de San Miguel Allende, el millonario Don Alberto Duarte Solis muere, para el deleite de Leonardo, el interesado novio de Florencia, la única sobrina de Don Alberto. Pero para su horror, la mayor parte de la fortuna de Don Alberto la heredará un extraño de Madrid, Alberto Salerno.
Homero, el tío de Leonardo y tan interesado como él intriga para que Alberto sea arrestado por narcotráfico en camino a México. Leonardo se casa con Florencia y la empuja para que impugne el testamento debido a la ausencia del heredero. Pero casi un año después, Alberto escapa de prisión durante un incendio y se dirige a San Miguel Allende con la venganza en mente.
él sospecha de Florencia, quien supo que él venía en camino y también tuvo razones para quitarlo del medio. Alberto, quien fuera policía, comienza su investigación. Se pone el nombre de Marcos, y consigue trabajo como un peón en la finca que técnicamente es suya. Pero una vez allí, y cuando el objeto de su furia toma forma de la bella y triste Florencia, él no puede creer que ella sea culpable. Florencia, atrapada en un matrimonio que no se ha consumado, se siente atraída por el nuevo trabajador.
Resumen extraído de Wikipedia
NUESTRO COMENTARIO
La primera vez que oí hablar de Galavisión fue a una amiga que tenía una antena parabólica y que estaba viendo «Encadenados», esa telenovela de Humberto Zurita y Christan Bach, versión libre de «Cumbres Borrascosas» que debe estar maldita porque nunca más la han vuelto a transmitir. En los títulos de crédito de esa novela (de la que todavía recuerdo la música) salía Humberto Zurita de morirse guapo y, sin más reflexión, me convertí en su fan instantánea. Luego yo misma me suscribí a Galavisión y, por ver a Zurita, me tragué una novela insulsa y sosa de la muerte, con Victoria Ruffo, que se llamaba «Capricho», de la que lo único que me gustó fue Diana Bracho, en ese papel de mujer loca por su cuñado, y la casa en la que vivía Victoria Ruffo con su familia, una de esas casas con un patio interior maravilloso. El resto, incluida la pareja Ruffo-Zurita, no me inspiraron nada, pero seguí siendo fiel a Zurita, sin tener muy claro por qué, porque de las novelas que he visto de él, todas salvo «Alguna vez tendremos alas«, me han parecido solamente pasables. Sin embargo, Zurita, para mí, y con perdón de Eduardo Palomo, es uno de los mejores galanes, y fíjense que digo «es» y no «era». No sé la diferencia de edad que le separa de Saúl Lisazo, pero para mi gusto, no hay color.
En el canal de Telenovelas, muchos años después, vi «De Pura Sangre», que han emitido al menos dos veces (y la he visto las dos, no porque me encantara, sino porque la ponían cuando llegaba a casa). Digo lo de «muchos años después» porque cuando la ví había llovido mucho en el mundo telenovelero, con la consecuencia de que «Pura Sangre» me parece una novela con un buen argumento, pero con una producción «de las de antes» que a mis ojos hace que la apariencia de la historia sea muy teatral. «Pura Sangre» es de esas novelas en las que se oye mucho el silencio, los pasos, el arrastrar de las sillas. Aunque creo que Ernesto Alonso fue de los primeros, si no el primero, en utilizar la música en las telenovelas mexicanas, la utilización de la música incidental, tal como la oimos ahora, no estaba desarrollada y en la mayoría de las escenas sólo se oye el ruido del estudio, y como es un estudio, suena un eco un poco raro.
Sobre el papel, creo que la historia da mucho más juego del que le supieron sacar. El argumento trata de una lucha por una herencia. Florencia (Christian Bach) y su madre viven con el tio de ella, un rico, en el Rancho San Joaquín, dedicado a la cría de caballos. El tío al morir, le deja la herencia a un desconocido que vive en España, porque en el pasado estuvo enamorado de su madre. Florencia, una mujer recta y decente, no es que esté contenta, pero está dispuesta a aceptar las cosas como son, pero su novio Leonardo (Enrique Alvarez Félix), que es el administrador de los bienes, no, así que conspira con su tío para eliminar al heredero cuando venga a reclamar la herencia. Para deshacerse de él, le plantan droga en el equipaje y luego le delatan para que le detengan. El heredero, Alberto Salerno (Humberto Zurita) da con sus huesos en la cárcel, pero logra escapar y con papeles falsos llega a México para averiguar quién le ha puesto la trampa. Cuando llega al Rancho, dice que se llama Marcos Mejía y empieza a trabajar ahí de peón con los caballos.
Mientras Alberto Salerno estaba en la cárcel, Florencia y Leonardo se han casado, pero no han consumado el matrimonio porque Leonardo es impotente, o al menos es impotente con Florencia. Cuando ella le reclama, él se pone bastante violento y le dice que es que ella no es femenina (o sea, lo típico de un maltratador) y que es ella la que no le atrae. Cuando Alberto Salerno llega al Rancho, Florencia es una mujer solitaria y triste, y él empieza a observarla en todo momento, por un lado para averiguar si ella está implicada en el complot, pero por otra parte, porque no puede resistir la atracción que siente. Florencia también siente el poder de esa atracción, pero se resiste por la diferencia de clases, por el qué dirán, porque es una mujer casada, hasta que se lía la manta a la cabeza y «Marcos» y Florencia se hacen amantes.
En el Rancho, mientras tanto, los dos malechores viven en continua zozobra, ya que saben que Alberto Salerno se escapó de la cárcel, pero no saben qué fue de él, y piensan que puede llegar en cualquier momento y descubrir todo el pastel. La conspiración se va enredando más y más. Cuando Leonardo se entera de que Florencia le engaña intenta acusarla de adulterio para quedarse con su dinero y para hacer todas las marranadas que hacen, su tío y él se ponen en contacto con un mafioso, que también quiere su parte, por lo que la situación se vuelve más y más amenazante.
Fuera del argumento, que ya he dicho que está bien, hay varias cosas que chirrían en esta novela:
– Para empezar, Enrique Alvarez Félix, un actor malísimo y con un estilo declamatorio que ya estaba pasado de moda años antes de que él empezara a utilizarlo, no pega nada para el papel de Leonardo. El Leonardo de Alvarez Félix es tan atildado, tan recolocado, repeinado y amanerado que Florencia debe ser la única persona en este mundo en no sospechar que hay algo raro ahí. Intentan que parezca sofisticado y lo que parece es un repitiminí. Supongo que intentan llamar la atención sobre el contraste de que Florencia, una mujer refinada, se sienta atraída por el que ella cree que es un peón, pero en la ficción llama mucho más la atención que se sienta atraída por Leonardo (que además aparenta tener edad como para ser su padre), que por «Alberto-Marcos». Que nos intenten hacer creer que las mujeres se rifan a Leonardo es una broma.
– El personaje de Florencia tampoco está muy bien definido, y para que ese personaje fuera creíble no deberían haber contratado a Christian Bach, porque ella no da el tipo de una mujer sufridora, ahogada por las convenciones ni el que dirán, por mucho que su madre se ponga pesada, ni da el tipo de una mujer inocente que no conoce las reglas de este mundo ni sabe qué debe esperar del matrimonio como para que Leonardo se la dé con queso. No recuerdo bien por qué Florencia estaba tan aislada y por qué no tenía amigas, pero puede ser que fuera porque había estado en un colegio superexclusivo y esa es la razón de que fuera un poco pardilla. El caso es que tampoco Christian Bach da el tipo de pardilla, sino que pega más que no se dejara manejar por un mediocre como Leonardo, que se pasa el día histérico de miedo y al que su tío mangonea como le da la gana, sobre todo porque Leonardo no hace más que meter la pata.
– Fuera de la trama principal, las tramas secundarias y los personajes que las «habitan» son un pegote horroroso, una especie de reclamo turístico de San Miguel Allende (que no necesita ningún reclamo porque es un sitio precioso) en el que nos enseñan que tiene una vida cultural y artística muy alternativa, pero es que no se hacen ni idea de qué gente tan súmamente cutre es la que hace de esos artistas tan bohemios. Además de los artistas, hay dos chicas, Carmelita y Chuy, que se pelean por Alberto-Marcos, mientras él las utiliza a las dos para obtener información. La tal Chuy, que en la realidad se llama Jacarandá Alfaro, no es que lo haga mal, lo hace rematadamente mal, o sea fatal, por si no ha quedado claro, pero no de esas que lo hacen mal y te dan ganas de pegarle una colleja, sino de esas actrices que lo hacen tan mal que te dan ganas de irte a dormir del sopor que te entra de oir ese tono de voz monocorde y esa cara inexpresiva.
Con todos estos fallos, no lo peor, pero sí lo más imperdonable, es que desperdician la química entre Chritian Bach y Humberto Zurita. Se supone que Alberto Salerno se pasa la vida vigilando a Florencia de forma que ella se siente observada, algo que le parece opresivo y excitante al mismo tiempo. Y digo que se supone, porque es lo que se dice, pero no se observa por ninguna parte.
En el caso de él, tampoco se sabe muy bien qué piensa, lo que estaría bien si viéramos lo que siente aunque no lo diga, también una atracción irreprimible por alguien en quien no confía. Las escenas entre ellos no son muy largas y no se cuida el detalle. ¿Se acuerdan de las miradas de Juan a Mónica en «Corazón Salvaje«? Las escenas entre Florencia y Alberto deberían haber sido así…pero no lo son. Son escenas frías, sin pasión, y lo que es peor, sin morbo.
La lucha interior de Florencia para no dejarse arrastrar tampoco se ve por ninguna parte. La relación entre ellos ni se ve ni se habla, que es un buen sustituto. Alberto Salerno no trata a Florencia con excesivo respeto y se toma confianzas con ella que a ella la descolocan un poco, pero tampoco explotan ese filón.La historia de amor es un relleno para la historia policiaca, pero como historia policiaca a palo seco, tampoco vale tanto, no es muy recomendable que sustenten sobre ella toda la novela.
Quizá el problema es que yo vi esta novela después de «Corazón Salvaje» y cuando ya has visto lo que se puede hacer con un guión, ya todo lo demás te sabe a poco. Desde mi punto de vista no hay un antes y un después de «Corazón Salvaje» porque esta novela ha sido una excepción. O sea, hubo un antes, pero no ha habido un después, porque nadie ha seguido corriente de cuidar tantísimo los detalles de los personajes y de la acción, y del amor, y de la atracción. «De Pura Sangre» sobre el papel, debería haber sido algo parecido, pero no lo consigue ni por asomo, a pesar de darse la circunstancia de que los dos actores protagonistas estaban pasando por un proceso parecido al de la ficción. Sé que en México admiran mucho a Ernesto Alonso, pero a mí sus novelas me parecen ñoñas.
No tiene nada que ver pero les dejo aquí la entrada de «Encadenados».
REPARTO
Christian Bach – Florencia Duarte Valencia
Humberto Zurita – Alberto Salerno del Villar / Marcos Mejía
Enrique Álvarez Félix – Leonardo Altamirano
José Antonio Ferral – Fulgencio
Manuel Ojeda – Carlos Meléndez
Delia Casanova – Laura Blanchet
Luis Xavier – Felipe
Alicia Rodríguez – Beatriz Valencia Vda. de Duarte
Víctor Junco – Homero Altamirano
Arsenio Campos – Diego Bustamante
Miguel Macía – Padre Francisco Alvear
Margarita Gralia – Andrea
Ofelia Cano – Carmelita
Jacarandá Alfaro – Chuy
Maristel Molina – Ángela
Carmen Cortés – Josefina
Graciela Lara – Amparo
Alberto Macías – Camilo
Alejandro Ruiz – Agustín
Fidel Garriga – Nicolás
Thalía Salas – Regina
Guillermo García Cantú – Anselmo Bustamante
Josefina Castellanos – Lulú
Raúl Morales – Lic. Hernández
Tito Guízar – Juan
Claudia Inchaurregui – Ana María Bustamante
José Chávez – Teniente González
José Luis Llamas – Bernal
Carlos Guerra – Javier
Alfonso Kaffiti – Mario Salerno
Jorge Victoria – Jefe de Policía
Adalberto Parra – Hampón
Joaquín Gallegos
Miguel Angel Negrete – Teniente Gallegos
Rosa Elena Díaz – Rosa del Villar
Arturo Laphan
Carl Hillos
Fortino Salazar