RESUMEN
La historia tiene lugar en el tiempo de la Colonia en América Latina, una época de injusticia y grandes diferencias sociales, cuando el pueblo vivía bajo el dominio de la nobleza, y todos, ricos y pobres, bajo la oscura sombra de la Inquisición.
María Hipólita Díaz vive con su abuela, Doña Carlota, en el pueblo de Santa Rita, en Panamá. Hipólita nació en México, pero desde muy pequeña fue separada de su madre, Asunción, y no sabe quién fue su padre.
A cambio de una buena dote, Doña Carlota logra arreglar al matrimonio de María Hipólita con Antonio, el hijo de Doña Adelaida de Guzmán.
Varios meses después, Doña Carlota muere sin saber que Antonio es impotente, que el matrimonio de Hipólita no se ha consumado y que Adelaida la trata con desprecio por ser hija ilegítima.
Adelaida, sabiendo que Antonio heredará la fortuna de su tío Próspero solamente si tiene un hijo, aprovecha que sus sirvientes han capturado a un prófugo de la justicia y lo obliga a hacerse pasar por Antonio en la oscuridad y tener relaciones con Hipólita para embarazarla.
El «criminal» es Luis Manrique y Arellano, un comerciante mexicano que llegó a Santa Rita para cerrar un trato por órdenes de su primo Diego, el Conde de Guevara, sin sospechar que era una trampa para matarlo.
Ante la amenaza de ser entregado a la justicia, Luis finge aceptar tener relaciones con Hipólita con la intención de huir por la ventana, pero su ternura lo seduce y termina haciéndole el amor. Después, arrepentido, le confiesa la verdad y se va sin que Hipólita sepa su nombre ni haya visto su rostro; lo único que sabe es que es de México.
Tres años después, Hipólita llega a México con su pequeño hijo Rafael, habiendo huido de la maldad de Adelaida, y dispuesta a afrontarlo todo para encontrar al padre de su hijo y obligarlo a darle su apellido.
En medio de una tormenta de intrigas y violencia provocada por Doña Juana, hermana del anterior Conde de Guevara, Hipólita tendrá que luchar por su vida y la de su hijo, mientras su corazón se debate entre el odio por el desconocido que con ternura y pasión la hizo mujer, y el amor que ahora siente por Luis, sin saber que ambos son el mismo hombre.
Resumen extraido de la web oficial de Televisa.
NUESTRO COMENTARIO
Carla Estrada lo ha vuelto a hacer. Sin duda es la mejor productora de Televisa y es una pena que, aunque su capacidad de trabajo sea sobradamente conocida, no le dé para hacer tres o cuatro novelas a la vez, porque en el tiempo entre una novela y otra se la echa de menos.
No sabemos si Carla es la mejor porque hace bueno todo lo que toca, o porque sólo escoge lo mejor, pero la verdad es que en sus manos los guiones son coherentes, la dirección de actores magnífica, la construcción de los personajes escelente y la producción no se diga.
Específicamente en Alborada, el guión es original y atrevido, los personajes tienen carácter propio, los trajes, la ambientación»¦todo es bueno.
En las novelas de Carla Estrada el casting suele estar muy cuidado. Qué decir de Alejandro Tomassi, como Felipe, y qué de Olivia Bucios como Doña Asunción, siempre temerosa, educada para obedecer pero que en su hija Hipólita descubre otro mundo y otro destino, y de Daniela Romo, y Mónica Miguel, y de tantos otros. Carla no sólo se rodea de buenísimos y versátiles actores, sino que consigue que alguno de ellos dé el do de pecho. Fernando Colunga es buen actor y es guapo, pero Carla Estrada consigue que no sólo sea guapo, sino atractivo. Es la única que se ha atrevido a ofrecerle a Colunga papeles en los que se anfada y se apasiona, y no los de eterno bonachón-bobalicón que hacía siempre. Luis Manrique es empecinado, obstinado, bueno y generoso, fuerte pero tierno, un bombón. Luis Roberto Guzmán, está que se sale. Borda el personaje del débil y perverso Diego, malcriado, consentido y maleducado, pero temeroso y lleno de miedos. Su actuación está llena de gestos y silencios, que ayudan a construir el personaje de una forma mucho más sutil de lo habitual. Vanesa Guzmán, en el mejor papel de su carrera con mucha diferencia está estupenda en la superviviente Perla, lejos de esos papeles de muñeca teñida que le dan siempre. Ernesto Laguardia, recuperado en Amor Real para las telenovelas, al que Carla enfrenta a papeles de lo más diverso, en este caso en el papel del recto y valiente Cristóbal. Sherlyn, que da un paso adelante en su carrera y abandona los papeles de eterna adolescente, que son todos iguales. Mariana Karr, como la tía Isabel, frívola y superficial, pero con un corazón de oro y fiel hasta la muerte. Y para terminar, Valentino Lanús, que también está aquí mucho mejor que lo habitual, un personaje más duro y menos «buenon», lleno de rabia e inconformismo que no puede manejar, entre su destino y su clase y sus aspiraciones. La escena de Martín e Hipólita en el poblado es de lo más tierno, y nos hizo llorar a moco tendido (aunque no estábamos solas, porque también Lucero se lleva un buen sofocón).
LO MEJOR
Después de lo dicho, no se puede pedir más. Es una novela estupenda. El niño Rafael que es tan rico que te lo querrías llevar a casa. En lo particular, a mi me encanta el papel de Adalgisa. Beatriz Moreno es a la única actriz mejicana a la que le he visto imitar el acento español sin equivocarse en ninguna «c», ni «s» ni «z». Te hace dudar de si es mejicana de verdad o no.
LO PEOR.
Fráncamente, lo único que le falta a esta novela, y que constituye verdaderamente un defecto, es la falta de pasión. Todo el resto de nuestro comentario es por sacar alguna pega y no pasarnos en las adulaciones.
Las escenas de amor son ñoooooñas y los besos son de traca. Aunque la novela sea de época, y sin necesidad de que los actores se revuelquen en la pantalla, los besos (aunque sólo haya besos es suficiente) deberian tener un poco más de realismo. En general nosotros considerábamos a Adela Noriega una actriz bastante ñoña, pero es que lo de Lucero es ya de juzgado de guardia. Si además alguno ha tenido la oportunidad de ver la entrevista que Cristina Saralegui hizo a todo el reparto de la novela en «el show de Cristina», ya está dicho todo. En esa entrevista, Fernando Colunga contó que le había asegurado al marido de Lucero (el cantante Manuel Mijares) que no se propasaría ni tomaría con ella ninguna «libertad indebida». Si al marido no se le saltaron los plomos ante tal declaración es que vive en la edad media, cosa que nos tememos.
En la entrevista, contaban la anécdota como una muestra de la caballerosidad de Colunga, en vez de cómo lo que verdaderamente es, un muestra de mojigatería, pudibundismo y, lo más penoso, de machismo a la quincuagésima potencia. Para empezar y lo más importante, Lucero es una profesional y mayor de edad, y Colunga también. Salvo que Colunga tenga una fama de sobón que desconocemos, no entendemos por qué tiene que dejar claro que, no se va a pasar nada de nada ¿en los demás casos, con otras actrices, en cuanto encienden la cámara se suelta el pelo? Para terminar, si a alguien hay que comentar algo al respecto, sería a la propia Lucero, y no a su marido, salvo que el mencionado marido sea un señor feudal con derecho de pernada y propietario del cuerpo y alma de su esposa, lo que es imposible, y además es ilegal. Total, un toque currrrrsi, meloso y empalagoso de morirse, que lamentablemente se llega a notar un poco en la novela, en la que no dejan de hablar de cómo Luis está como un verraco con Hipólita, pero cuando los dos están juntos no para de besarla en la frente. Una pena.
Por lo demás, el resto de los detalles «negativos» son menudencias, como el exceso de pelo postizo que les colocan tanto a Mariana Garza como a Irán Castillo, porque si tuvieran tanto pelo de verdad se les caería la cabeza, por no mencionar el pelucón de Arturo Peniche, con un kilo de laca. También se pasan en que los personajes lleven espada hasta en el baño, lo que no parece muy realista.
Por último, el final con el grito de la independencia mejicana y todos tan contentos tampoco es que sea muy creible, porque no entendemos que un conde supermillonario tenga algo que ganar de una revolución que persigue la igualdad y la fraternidad, pero no los creeremos aunque sólo sea por verle los hoyuelos a Colunga.
REPARTO
Hipólita Díaz.- Lucero
Luis Manrique y Arellano.- Fernando Colunga
Doña Juana Arellano.- Daniela Romo
Cristóbal de Lara.- Ernesto Laguardia
Diego Arellano, Conde de Guevara.-Luis Roberto Guzmán
Felipe Alvarado,. Alejandro Tommasi
Isabel Manrique de Leiva.- Mariana Karr
Modesta.- Mónica Miguel
Antonio de Guzmán.- Arturo Peniche
Catalina Escobar.- Irán Castillo
Martin Alvarado.- Valentino Lanús
Francisco Escobar, Manuel Ojeda
Asunción.- Olivia Bucio
Adalgisa.- Beatriz Moreno
Perla.- Vanessa Guzmán
Amilcares Gasca.- Gilberto de Anda
Esperanza.- Mariana Garza
Marina.- Sherlyn
Marcos.- Marcelo Córdoba
Andrés.- José Luis Reséndez
Adelaida.- Zully Montero
Carmela de Alvarado- Patricia Martínez
La Poderosa (Sara de Oviedo).- Magda Guzmán
Victoria (Victoria Mansera de Oviedo)..- María Rojo
Ramón.- Arturo Vázquez
Sor Teresa.- Lucero Lander
Mirtha.- Analía del Mar
Agustín de Corsa.- David Ostrosky
Aarón Hernán.- Regidor
Rosa María Bianchi.- Esposa del Regidor